Comentario
De cómo se tuvo vista de las islas de los Ladrones, y lo que allí pasó
Siguióse el rumbo Nornoroeste, y lunes primero de enero se halló altura de catorce grados. Gobernóse al Oeste franco. El viento era largo y fresco; y miércoles tres del dicho, al amanecer, se tuvo vista de dos islas de los Ladrones, en cuya demanda se iba. La una era Guan, y la otra la Serpana. Pasóse por entre las dos, que se corren Nordeste Sudueste por canal de diez leguas arrimado a la de Guan. Cayó un hombre a la mar estando mareando el trinquete, y no había en toda la nao más de una cuerda, y ésta la tenía uno en la nao, que echada a la mar acertó de ser en parte donde salía el caído debajo la nao, a la cual asido, subió arriba ¡gracias a Dios! De la isla de Guan salieron muchas piraguas con sus velas y muchos de aquellos indios ladrones, que son unos hombres fornidotes, de razonable color. Venían diciendo charume, que quiere decir amigos; herrequepe, que quiere decir daca hierro, que esto es lo que venían a buscar, por ser muy amigos de ello. Como venían tantos, y se daban mucha priesa, se encontraban y trastornaban algunas embarcaciones, cuyos dueños nadando las volvían boca arriba con grande facilidad. Son embarcaciones de dos proas; virando la vela están a camino, sin que se vire el bajel. Trajeron muchos cocos, plátanos, arroz, agua, petates, y unos grandes pescados voladores y dorados, y todo lo dieron a trueque de hierros viejos. Con esta gente y refresco, la de la nao se alegró extremadamente. Acabóse el rescate: fuéronse los indios, dos menos, que mató un arcabuz, por un pedazo de arco de pipa.
Los soldados instaron mucho con el piloto mayor que tomase puerto en la isla para procurar que comer. Buena fue su voluntad, mas dejólo de hacer por no tener aparejos en que echar la barca al agua: y esto lo dijo a todos; mas ellos instaban más, diciendo a manos la echarían. Preguntóles: --¿Y al recoger, qué será?-- Respondieron: --¿ Qué más que se quedase allí? El piloto mayor dijo: --No está bien perder la barca, habiéndose de navegar por entre las muchas islas que se iban a buscar. Porfiaron mucho; mas él, haciéndose sordo, siguió al Oeste franco su camino hasta viernes doce, que se tomo del sol trece grados.